Había una vez
...muchas maneras de echar tu cuento
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Me llamo Sara Zabaleta y os voy a contar algo increíble que me pasó con una máquina de mensajería paranormal, el moroso de mi (ex) compañero de piso, un espíritu vengativo llamado 666_Txupitos y un trato que era demasiado bueno para ser verdad.

1/4 (LA APUESTA)

Todo comenzó el viernes pasado al tocar la puerta de quien era mi compañero de piso.

—Rémulo, mañana ya es diez.

Se abrió una rendija y, asomado tras una cadenita de seguridad, vocalizó una interrogación con la penúltima letra del alfabeto.

Filtré mi primera respuesta. En cambio, le dije:

—Si no vas a arrimar tu parte del alquiler, al menos échame una mano con…

Le mostré lo que tenía en mi habitación y vi como las pupilas se le dilataron.

Cerró la rendija. 

Escuché que quitó la ridícula cadenita. Abrió y salió vistiendo una batola hortera de imitación de piel de tigre.

—¿Con…? —le falló el léxico— ¿Qués-eso?

El Ecto-Com es la puesta en práctica de mi tesis sobre campos cuánticos. Un dispositivo que inventé para buscarle una respuesta racional a esas actividades que algunos llaman paranormales. ¿Podría, con el instrumento adecuado, hacer contacto y obtener pruebas científicas de entes espirituales? Pero,

—Nada. No funciona —le dije— y es más pesada que mi yaya preguntándome por los novios. En plural. Por favor, ayúdame a deshacerme de ella.

Rémulo me habría ignorado A) por inercia, B) por machista, C) por perezoso, o D) todas las anteriores, de no ser porque al Ecto-Com le había invertido un pastizal y el tío ese, tan alérgico a los libros, bien que captaba la complejidad aromática del papel moneda.

Me quitó de en medio, se arremangó y se acomodó frente a mi dispositivo. 

—En teoría —quise explicarle (no sé por ni para qué, la verdad)—, el Ecto-Com codificaría las palabras escritas para generar pulsos electromagnéticos que…

Rémulo pasó de mí y presionó el único botón del Ecto-Com. La pantalla táctil se encendió mostrando un tablero con todas las letras, los números del cero al nueve, las palabras «sí», «no» y «adiós», y un cursor en forma de planchette sobre un cuadro de mensajería.

Estaba casi en blanco, salvo por un texto de salida, sin responder, que ponía:

>>¿HAY ALGUIEN AHÍ?

Como idiota, yo seguí:

—podrían ser percibidos por el eco cuántico de la conciencia de un fallecido… 

Rémulo sonrió.

—No funciona… ¿o no la sabes usar?

Sin gastar palabras, le lancé una mirada. La primera de varias.

—Ay, Sarita… Sarita Zabaleta —se mofó seseando la Z—. Construiste una OUIJA electrónica con ese coco tuyo tan universitario. Pero a tu cátedra le falta barrio, mamita.

Segunda de mis miradas. Me estaba, como dicen los de su tierra, sacando la piedra.

Siguió.

—¿Quién va a responder a esa cagá de invocación? ¿Tú sabes con la de llamadas de números desconocidos que la gente recibe a diario, se va a poner a contestar spam desde el más allá? No, mija. Además, este aparato es para nativos digitales: tú a quienes tienes que llamar es a chamitos. «¿Hii ilguin iquí?» Nojoda, con razón te hacen ghosting.

No fue su soberbia, ni su risotada. Fue el mal chiste el que me cabreó.

—Ahórrate el tutorial y ponte a currar, que con este ya son tres meses que debes. Y con la de recortes que hay, igual yo tampoco tengo para el mes siguiente.

—Préstame tu aparatico y antes de la quincena te consigo toda la plata. Es más, toma…

Rémulo hurgó un bolsillo del que sacó su billetera y me la puso en las manos. Estaba vacía salvo por

—Mi DNI —dijo.

—Tu DNI vencido.

—Da igual. Es mi garantía de la más eficaz carta de pago. 

No. Si ya sé por dónde iba el pavo este.

Mi «cerebrito» catedrático se bajó a pie de calle:

—Me juego lo que quieras a que eres incapaz de cumplir tu palabra.

Rémulo me extendió la mano con la velocidad de mi yaya cuando me pregunta si quiero otro plato mientras ya me lo va sirviendo.

—¿Quieres apostar? —preguntó lo obvio.

—Si no consigues «la plata» —añadí mis condiciones—, tiras esta máquina a la basura y te piras de aquí.

—Trato.

—Hecho.

2/4 (LA ARGUCIA)

No podía dormir. Desde la sala, escuchaba a Rémulo repetir en voz alta lo que iba tecleando en la pantalla táctil. Sílaba por sílaba. Mi mente revivía años atrás, cuando me propuse ensamblar el Ecto-Com estando de bajonazo recién llegada a la facultad. Tan sola me sentiría que inconscientemente buscaba cualquier compañía, así fuera de un poltergeist o de un tío como R…

—¡Ya picaron el anzuelo! —seseó.

Sobresaltada, me acerqué hasta el Ecto-Com y no dí crédito a lo que mostraba la pantalla:

>>HEY FAM
<<EY
>>SOY MAXIMUS

—mentía Rémulo—.

>>¿CÓMO LLEGASTE AL OTRO BARRIO, TRONCO?
<<ME PERDI EN UNA CUEBA
>>ACCIDENTE
<<???
>>QUE SI TUVISTE UN ACCIDENTE
<<NO. OSEA SI
PASÉ DE MIS PADRES
Y ME FUI A UNA CUEBA
<<Y ME PERDÍ

—¡Qué rolo ‘e huevón! —bramó Régulo.

Mi asombro era directamente proporcional a la rabia que me daba admitir que tenía razón con lo de saber usar el Ecto-Com.

Lo reseteó. El icono de planchette parpadeó y Rémulo digitó un nuevo conjuro:

>>SOY DECIMUS. ¿CÓMO LA PALMASTE?
<<YO ES QUE NACÍ CON UN DEFECTO CONGÉNITO Y…

«Decimus» tiró del cable de corriente y apagó la máquina.

—¡Uy, no, qué mal rollo! 

Se preparó un café y regresó al dispositivo. Se frotó las sienes y lo encendió de nuevo.

—La tercera es la que es…

>>SOY MERIDIUS

—fingió para sorpresa de nadie—. 

<<HERMANOOOOO JAJAJ
QUE MOVIDA ES ESTA?
>>TU DÍA DE SUERTE, BRO.
QUIERO CONTRATAR TUS SERVICIOS. 

Me ganó la curiosidad y le pregunté. 

Según Rémulo, era muy simple: 

—¿Por qué TODAS las ánimas merodean entre los vivos?

—No sé. Por promesas incumplidas, por desamor, por culpa, por una muerte repentina, por miedo al más allá…

Se dio una palmada en la frente.

—¡No! Los fantasmas quieren venganza. Observa y aprende.

>>¿CÓMO TE LLAMAS, MANO?
<<VINCENT RODRIGUEZ
>>OK, VINNY. YO TE AYUDO
CON TUS ASUNTOS PENDIENTES
Y TÚ ME PAGAS CON UN FAVORCITO.
>>EMPIEZA TÚ. 
<<AVER MERIDIUS
<<HACE UN AÑO ME MATARON

Rémulo me miró por encima del hombro, subiendo y bajando las cejas.  

En la pantalla, el alma en pena de Vincent relató su tragedia (casi tan horrible como su ortografía).

<<UN TIPO AY QUE EN LA VIDA ABIA VISTO
ME AGARRO Y ME SECUESTRO
<<LO ULTIMO QUE VI
QUE SE ME ABALANZO
CON UN ACHA
>>AJÁ, PERO CONOCES EL PARADERO DE TU CADÁVER?

Le di una palmada en el hombro. 

—¡¡Tío …esa pregunta!! Te pasas.

—No jodas, Sarita. Si se va a picar por una preguntica, entonces se merecía el hachazo.

<<SI PUES
<<ME ENTERRO EN SU JARDIN
<<TE PUEDO MOSTRAR DONDE ES
>>LUEGO, LUEGO. PRIMERO ME VAS A HACER UN TRABAJITO. 
>>ES BASTANTE SENCILLO. 
>>NECESITO QUE A LAS TRES A. M.
TE METAS EN EL PISO DE AL LADO:
LOS ÁLVAREZ SON MUY LADILLA
Y LES PRENDAS Y APAGUES LAS LUCES
Y LES ABRAS LOS GRIFOS Y SI PUEDES
ROMPAS PLATOS Y FORMES UN BUEN VERGUERO.
>>QUE SE CAGUEN BIEN
CON «EL ENTE VICENTE».

Yo por menos he dejado a tíos en visto. Pero Vincent era más simple que el asa de un cubo.

<<JAJAJ OK 
<<Y DESPUES LE DICES A LA POLI DONDE ESTA MI CUERPO
<<PORQUE ASI NO PUEDO DESCANSAR
>>SÍ, SÍ. CLARO. PERO TÚ PRIMERO ASÚSTAMELOS BIEN.

Mucho se dice de que los jóvenes no quieren currar, ni se responsabilizan. Pero el bueno de Vincent armó la de dios esa madrugada. Tras un popurrí de alaridos, mis vecinos salieron en estampida escaleras abajo.

Rémulo se asomó al rellano sin encender las luces para que no lo reconociera algún cotilla noctámbulo. Esperó un rato entre la oscuridad y el silencio. Entonces regresó a casa, se puso los guantes de fregar platos, caminó hasta la puerta entreabierta de los Álvarez…

—Es la hora de la garra latina —susurró.

…y les allanó el piso. 

Al minuto regresó con varios Tupperware. 

Mi cara tendría que ser un signo de interrogación.

—¿Qué? ¿Esto? —respondió mientras abría un recipiente con pimientos rellenos—. Una prueba piloto: Ahora es que viene lo bueno. 

Se comió todo directo del tupper, se chupó los dedos y se sentó frente al Ecto-Com.

Un mensaje sin leer parpadeaba en el chat de Vincent Rodríguez:

<<A QUE HORA VAS A LA POLI
>>MAÑANA MANDO A SARITA.

—Pero, ¿qué coj…?

Rémulo sacudió una mano queriendo restarle importancia. 

<<QUIEN ES ESA??
>>TRANQUILO, V. 
>>NO IRÉ YO PA’ EVITAR
MOVIDAS CON LA POLICÍA. 
<<TIO NO ME ENGAÑES
>>AH PUES
>>EL APARECIDO PRECAVIDO!
>>TRANQUI. SI PREFIERES,
ME COMPRO UN TELEF PREPAGO
Y LE DOY EL DATAZO A LA POLICÍA. 
>>VALE?
<<SUPONGO
>>UN ÚLTIMO ASUNTO 
>>ANTES DE QUE TERMINE
NUESTRA RELACIÓN LABORAL
>>QUIERO QUE LE DIGAS
A TUS COLEGAS DEL MÁS ALLÁ
QUE ME ESCRIBAN SI QUIEREN AYUDA
CON SUS CUENTAS PENDIENTES.

Rémulo insistió que todo fantasma que quisiera comunicarse con él tenía que indicar tres datos: su nombre, causa de defunción y asunto sin resolver. 

—Me piro —dije.

—Espera, ¡Espera! Quiero tu opinión sobre este anuncio que se macaba de ocurrir.

No esperó mi respuesta, obvio.

—¿Cansado de tener que prender y apagar luces para comunicarte? —engoló la voz como un presentador de programa de cotilleo— ¿De enfriar estancias? Dile adiós a tus días de abrir y cerrar puertas, a tus noches de aparecerte y espantar sin querer a la gente. Mándanos un MD al Ecto-Com, que Maximus y a Sarita estaremos encant… 

—A mí no me metas en tus movidas.

—¿Estás segura? Mira que aquí hay chamba para repartir.

—Tú ten cuidado, Rémulo. 

Justo sobre esa hora, sin darme cuenta sino después, un fantasma entró al Ecto-Com y desde allí poseyó mi smartphone.

3/4 (LA FACTURA)

El Ecto-Com parpadeó como un árbol de Navidad.

—¡Mira todos los que están respondiendo! Vamos hasta poder darnos el tupé de elegir cuál chamba fantasmosa nos conviene más.

Rémulo tecleó sobre la pantalla, abriendo todos los chats con testimonios, cada uno más sórdido que otro. 

—Es una mina de oro, Sarita. Mira este. 

<<666_TXUPITOS
ASESINADO POR
PACO URQUIJO DE MONTES
VENGANZA PERSONAL

—Coño, el magnate de los vinos de Valdepeñas. Este vale como para tres asustadas. El de anoche salió demasiado barato. Error de principiante.

Rémulo no perdió tiempo:

>>HEY 666_TXUPITOS,
SOY MAXIMUS.
¿QUÉ QUIERES?
<<EL VIEJO URQUIJO ME ASESINÓ
Y QUIERO DESQUITARME.
>>AQUÍ NO MATAMOS A NADIE, TÍO.

Hubo una pausa.

Rémulo y yo nos vimos extrañados. 

Le dio un golpe a un costado del Ecto-Com y en seguida entraron otros mensajes.

<<NO. YO TAMPOCO. 
<<PERO ME GUSTARÍA
QUE ALGUIEN LO JODA.
<<VINCENT ME HABLÓ DE TUS CONDICIONES, MAXIMUS.
PERO VOY A PROPONERTE UNA ALTERNATIVA AÚN MEJOR.
<<MI FAVOR ES A LA VEZ TU PAGO,
PORQUE HAY ALGO QUE ESE HOMBRE
TEME MÁS QUE PERDER LA VIDA.

Rémulo se acercó tanto a la pantalla, que casi se cae de la silla.

<<PERDER SU FORTUNA.

En la pantalla, 666_Txupitos contó una parrafada que, en resumen, decía que Paco Urquijo no se fiaba ni de su sombra. Por eso, en vez de bancos, tenía enterrados todo su dinero y sus joyas en las tierras de su hacienda vinícola. 

<<CUANDO ALGUIEN LE ESTORBA,
SE LO QUITA DEL MEDIO
Y LO ENTIERRA AHÍ TAMBIÉN.
<<COMO A MÍ.

Rémulo se frotó las manos.

A mí, en cambio, el mensaje me dio escalofríos.

<<VE ESTA MADRUGADA.
<<LLÉVATE UNA PALA
Y UNA CARRETILLA.
>>UNA PREGUNTA.
>>BUENO, DOS.
>>¿TE PUEDO LLAMAR 666, O TXUPI?
ES QUE TU NOMBRE ES MUY LADILLA DE ESCRIBIR.
<<TXUPI, VALE.
>>AJÁ, TXUPI:
¿Y LA SEGURIDAD?

«Txupi» explicó que Urquijo de Montes sólo tenía cámaras en la entrada principal. Sus tierras se extendían desde las bodegas hasta el embalse de Las Fresnedas y que, por estar en un paisaje protegido, tenía restricciones de sostenibilidad que prohibían construcciones permanentes. Le dio las coordenadas para el GPS y remató:

<<CUANDO LE MANGUES EL TESORO
A PACO URQUIJO, YO PODRÉ DESCANSAR EN PAZ.
<<RÓBALE TODO.

Rémulo se cambió la bata de tigre por ropa negra. dijo que iría al Decathlon a por un pasamontañas y a la ferretería a comprar una pala y una «carrucha».

—Esta noche te pago lo que te debo —dijo abriendo la puerta antes de irse— ¡Es la hora de la garra latina!

Cerró la puerta y se marchó. 

Tomé mi teléfono (que estaba poseído sin yo hasta ese momento saberlo) y vi una serie de mensajes.

Me distraje un segundo pensando si Rémulo Remo, no «Rómulo», sería error de mecanografía en su certificado de nacimiento o habría heredado la bibliofobia de sus padres.

Se me cayó el alma al suelo. ¿Era el Ecto-Com un fraude? De pronto me hacía más sentido haber estado chateando con hackers informáticos. Le pregunté y respondió: 

Recogí mi ánimo.

Siempre intuí que Rémulo tenía sus trapicheos, pero no imaginé que fuesen tan chungos como para estar así de fichado por los polis.

Hostia. Yo por menos he denunciado a algún tío. 

Algo no me encajó y volví a sentir escalofríos. Cerré el chat y llamé a Rémulo que, por supuesto, no atendió el teléfono.

Con cuidado de no escribir nada comprometedor, le envié un SMS pidiéndole que me contactara con urgencia. 

Mientras esperé su mensaje, que nunca llegó, fui al Ecto-Com y apunté las coordenadas de la finca de Paco Urquijo de Montes. Corrí hasta mi coche y conduje como posesa, llamando una y otra vez a Rémulo sin éxito.

A las horas, aparqué en Las Fresnedas, que lejos de ser un embalse, era un terraplén desierto. Corrí en la oscuridad, con la app de mapas en mano, hasta ver la silueta de Rémulo, dispuesto a dar el primer palazo en la tierra. 

Abrí la boca para gritarle, pero justo entonces se posaron sobre él al menos una docena de puntitos rojos. 

Parecía una redada policial, pero faltó la voz que diese la orden de levantar las manos. Faltó que agentes que se le acercaran a esposarlo. Faltó que le leyeran sus derechos.

En cambio, sobraron balas. 

Rémulo fue ejecutado a sangre fría en medio del campo. 

Mi teléfono brilló con la llegada de un mensaje de 666_Txupitos. Lo apagué sin leerlo y me devolví a rastras hasta mi coche. Le quité el freno y lo empujé hasta un camino inclinado para alejarme en neutro sin hacer ruido. 

Me sequé las lágrimas y conduje de vuelta a casa. Llegando tuve un presentimiento. Aparqué a pocas cuadras y caminé hasta mi portal, frente al cual, para sorpresa de nadie, había una patrulla.

Corrí a mi coche y me fui al aeropuerto. Con la adrenalina, las siguientes horas, días incluso, transcurrieron en un santiamén. 

Ahora estoy en una isla en la que nunca paso frío, a punto de activar por primera vez mi recién construido Ecto-Com 2.0. Pongo el cursor en forma de planchette sobre la caja de mensajes de salida y comienzo a escribir:

>>HAY ALGUIEN AH…

Borro mi pregunta y reescribo: 

>>¿CUÁL ES LA HORA QUE TIENE MÁS GARRA?

La pantalla tarda en brillar lo que mi yaya en advertirme que voy a coger frío por los tobillos cada vez que llevo minifalda.

Sonrío.

4/4 (EL SALDO) 

<<HOLA, SARITA.

>>¡RÉMULO! PERDÓN POR…

<<PERDÓN QUÉ, CHICA. 

>>NUNCA PENSÉ QUE MI MÁQUINA PUDIESE CAUSAR TANTO DAÑO. 

<<PFF. NO SABES EL FAVOR QUE ME HICISTE. 

<<AL PRINCIPIO ME PIQUÉ.
NO ME GUSTÓ QUE ME CAYERAN A PLOMO ASÍ.
ESTUVO FEO.

<<PERO DÉJAME DECIRTE QUE DE ESTE LADO LA VIDA…

<<BUENO…
LA VIDA YA NO.
LA EXISTENCIA
TIENE MÁS FLOW.
TODO SON VENTAJAS.

<<YA NO PAGO ALQUILER.

>>EN ESO ES IGUAL.

<<JAJA, VERDAD.
PERO AQUÍ PUEDO IR A DÓNDE QUIERA.

<<AHORA ESTOY EN UN
CASOPLÓN EN MARBELLA,
TRAS ESPANTAR A UNOS
RUSOS MEDIO MAFIOSOS…
TIENE UNA VISTA AL MAR TODA BICHOTA. 

<<Y COHABITO CON CLEMENCIA ADELAIDA.
ES UN PELO ANTIGUA
Y NO LE GUSTA
QUE HABLE DE ELLA.

<<HABLA A PUNTA DE REFRANES. QUE SI
«LAS SÁBANAS SE LAVAN AL SOL
Y LOS TRAPOS SUCIOS,
EN CASA» JAJA.

<<ESTÁ TAN OBSESIONADA LA PRESENCIA CLEMENCIA
QUE SE CUBRE CON UNA
Y VA POR AHÍ FLOTANDO.
TODAVÍA NO SÉ QUÉ CARA TIENE.

>>NO LA TRATES MAL. 

>>SÉ UN BUEN ROOMMATE.

<<TRANQUI, SARITA.
NO LA AGOBIO.
LE DOY SU ESPACIO.
TOTAL, AQUÍ ESO SOBRA.

<<VENTE PARA ACÁ A
TRABAJAR TUS CIENCIAS
EN ESTE CHALETAZO.

>>YA ME APAÑO YO POR AQUÍ.

>>GRACIAS A ALGÚN TRUCO QUE APRENDÍ DE TI.

<<JAJA, LA GARRA CASTIZA.

<<EN SERIO, SARITA. ESTE SITIO ES ESPECTACULAR.
LÁSTIMA QUE NO TE PUEDO MANDAR UNA FOTO.

>>NO ME HACE FALTA, RÉMULO. 

>>TE CREO.

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